domingo, 7 de marzo de 2010

Cuando las aguas bajaron













En la entrada hay unos soldados que con su sola presencia advierten lo que ya se esperaba, una zona de emergencia, casi de desastre natural. Al irme abriendo paso entre las calles las imágenes de ese domingo son dantescas, dolorosas, indignantes, imágenes que dejaran una herida abierta en la memoria de todos los que las hemos visto y vivido, pero me da la sensación que es aun mas fuerte en la de los niños…

Con un fuerte dolor interno, me voy abriendo paso poco a poco pues aunque me encuentro en la avenida que es bastante amplia, la circulación se ve afectada por la gran cantidad de gente que esta apilando sobre las calles los muebles y demás utensilios que fueron reducidos a simple basura después de la inundación. Al recibir la noticia de que el dique que contiene el río de los Remedios fue fracturado a la altura de mi colonia; la desesperación se apodero de mi por saber como se encontraba mi familia, la gente que uno conoce, peor aún, saber bien a bien cual era la situación por la cual se atravesaba.

Ahora era otro tipo de desolación: después de tres días de estar anegadas las casas de aguas negras a la altura de un metro, en algunas partes de metro y medio, las aguas bajaron y se llevaron el esfuerzo de muchos años por hacerse de una sala bonita, de la televisión que cada ves tiene una mejor calidad de imagen… de tantas cosas que uno idealiza y se hace de ellas a base de trabajo versus esfuerzo.

El olor de putrefacción impregnaba el ambiente, pero no fue mas fuerte que las muchas manos que en cada casa trataban de limpiar el rastro que había dejado aquel punto y aparte que se sucedió el jueves 4 de febrero. Rompió la cotidianeidad y a Valle de Aragón le quito el título otorgado en 1978 como “la unidad habitacional modelo de América Latina”.

En mi casa la situación no fue diferente, ya mi familia había sacado el agua que quedo rezagada y ahora tocaba sacar las cosas “tirarlas” para que no fueran foco de infección, deshacerse de ellas pues ya no servían. Lo hice de prisa y sin detenerme a prestar atención en que era. Pues los sentimientos también estaban de por medio, algunos recuerdos que también se los llevo el agua…

La tarde apremiaba, y la noche se hacía cada ves mas presente, había tanto que hacer que perdimos la noción del tiempo, de ves en ves nos saludábamos con los vecinos impidiendo que las lagrimas siquiera se asomaran. No olvidare el momento en que las compañías aseguradoras entraron por los carros destruidos, fue un momento tan intenso en el ánimo de sus dueños que de recordarlo se me hace un nudo en la garganta. O como el recuerdo que quedo en varios niños que estuvieron en el momento que “subió” el agua. Uno de ellos me cuenta que su miedo no fue ver subir y sentir la corriente del agua que invadía su casa. Si no de cuando fueron desalojados y separados de sus padres, que se negaban a dejar lo que alcanzo a no mojarse y quedo de su patrimonio. Con cierto temblor que alcanzo a percibir en ellos me confían “es que a lo mejor se ahogaban”

Cuando llego el gobernador del Estado, me recordó a la escena en la que Moctezuma es apedreado por su gente. Lo mismo paso, al decir que lo que sucedió era algo impredecible la gente comenzó a lanzar piedras y muy indignado se fue así no mas, pues le habían dañado su cutis tan cuidado que parecía hasta maquillado. El dictamen de los ingenieros fue que la fractura se debió a que el Circuito Exterior Mexiquense no fue bien planeado y debilito el dique. A lo mejor no le dio tiempo de leerlo al catrín de nuestro gobernador… a lo mejor.

Las brigadas médicas poco a poco se retiraban, los familiares que llegaron para ayudar también, la noche ya estaba entrada y el corte de energía eléctrica hizo que el silencio y la oscuridad imperaran. En medio de esa calma que precede a la tempestad, se escuchaban quedamente sollozos hundidos en las almohadas, perdidos, punzantes como la idea de desesperanza que causo el día que bajaron las aguas en mi Unidad.

2 comentarios:

  1. Se me hizo un nudo en la garganta, en verdad no logro imaginarme todo lo que paso por la mente de las personas afectadas y su familia.

    El ver como las cosas por las que has trabajado, o que simplemente tenian un gran valor sentimental, se las llevo el agua.

    Todo gracias a la mala planeación y corrupción que vivimos.

    Y como siempre, el unico afectado es el pueblo.

    ResponderEliminar
  2. Muchos lamentamos desde lejos las tragedias que sabemos viven otros, pero tenemos que reconocer que con frecuencia se queda sólo en eso, en un lamento que se evapora rápidamente y no nos involucra ni siquiera afectivamente pero en lo profundo. Otros lamentamos, denunciamos, nos solidarizamos... pero como los afectados, también nos sentimos impotentes, porque las autoridades no responden, aunque cobra sus a veces abusivos sueldos de nuestros impuestos. Pero cuando todo esto lo vemos con los ojos de alguien que como tú está ahí y no sólo lo lamenta y lo denuncia, sino que lo sufre honestamente. Uno puede llegar a sentirse mal... pero con deseos de que no vuelva a suceder algo parecido y, si sucede, no quedarse sólo en la nota periodística.
    Mi amigo Gonze también nos habló de una innundación ("encharcamiento" tal vez diría AMLO Puaggg) y nos hizo su crónica vivencial. Tú me has vuelto a remover sentimientos profundos.
    Xabier Lizarraga

    ResponderEliminar