lunes, 28 de diciembre de 2009

El OtRo AmOr

El problema en el amor no es quitarse la ropa, sino quitarse el miedo.

Del amor, sus modos y ni modos. SCI Marcos

Es otro día mas, así lo anuncia el repicar de la campana que llama a la misa de 7, y la parvada de loros que surca el limpio cielo del sureste mexicano. Un día mas, pero en esta ocasión con algo especial, pues es miércoles de ceniza y marca el inicio de las actividades de la semana santa, así como el verano mismo.

Por la mañana arriban las personas mas grandes de cada foranía que integran el amplio municipio, como delegados que de por sí son, se encargan de coordinarse para realizar las actividades que en cada comunidad se llevaran a cabo en los próximos días. Un ambiente de actividad y un tanto festivo se respiran el resto del día en el mercado. Grandes cargas de pescado fresco y numerosas especies diferentes llegan de los puertos tan cercanos, que ese es uno de los privilegios de estas regiones. Todo es un ambiente de color y fiesta al ver las naguas de las señoras que llegan de Juchitán y Tapanatepec a vender sus quesos y panes adornados con hojas de plátano en grandes canastas, los niños ofreciendo buñuelos con azúcar pintada de rojo, las iguanas sobre la banqueta, quietas como si adivinaran que su carne será usada en algún caldo o tamal. Y la radio local en donde por cierto hoy me toca al mediodía hablar sobre el significado de esta temporada de cuaresma.

Ya por la tarde las campanas redoblan cada tanto, desde lejos en el atrio se puede ver la larga fila de personas para ingresar al templo y cumplir con el ritual de cada año “tomar ceniza”. Mientras en el parque, cercano a la iglesia, se escucha la marimba municipal haciendo cantar a las sensuales maderas. Y atraído por ellas me acerco. En el parque había familia tomándose un raspado con este calor que se siente que hace que el sudor sea tal que la ropa se pegue, novios tomados de la mano midiendo su amor en preguntas y una pareja tratando de superar su decadencia mientras se escucha esa canción que dice  Música de una marimba maderas que cantan con voz de mujer…  

Me encuentro a Miguel, un muchacho de unos 25 años, de tez morena, cuerpo forjado en el campo y en las pescaderías de carácter serio y muy educado. Lo noto un tanto distante del lugar y el ambiente mismo, sus ojos negros evocan un lugar lejano quizás, tristeza podría ser; solo el sabría en ese momento. Al verme se levanto de golpe de la jardinera en donde se encontraba, y sin decirme palabra alguna me abrazo tan fuerte, que con ese gesto se ahorro palabras que adivinaba podría decirme. Caminamos sin establecer algún rumbo hasta que llegamos a lo alto de un peñasco desde donde se puede ver el mar. Mis nervios no me permitieron decir palabra alguna pues me traicionaban y no podía pensar con claridad. 

Solo atino en besarme en ese momento, correspondí con un afecto que antes no había sentido y con una emoción que poco me había interesado, mi conciencia, maldita sea que existiera, me hace recordar que yo no debo, pues no me esta permitido por mi calidad de consagrado y además… ¿Con otro hombre?  ¿Con lo que se nos ha dicho que es cosa de condena y enfermedad mental? No importa nada ya, solo el sentimiento que me ha hecho ver Miguel, un sentimiento que me hizo sentirme vivo y además me llena de felicidad y fuerzas.

De regreso a la iglesia veo a los niños en el campanario y subo con ellos, uno de ellos, Mateo, preocupado me cuenta que ha terminado la secundaria pero no podrá seguir estudiando como el quisiera, mientras yo recuerdo la voz de Miguel que me decía –desde que te vi, supe que eras lo que estaba esperando- y a lo lejos el sol se oculta tras las olas que se mueven en el mar. Mateo con orgullo pronuncia el nombre de su Tierra que le da de comer y lo ve crecer: Tonalá, Chiapas.