martes, 9 de febrero de 2010

Recortes de un momento…

A E que un día llego y se anclo fuerte, pero así también se fue y para no volver nunca al puerto…



Durante el ocaso del día, observo al fondo los montes ensombrecidos por las nubes que traen noticias de una próxima tormenta y junto con ellas una fresca brisa que toca suavemente a los árboles y las flores que emergen de la roca volcánica.


Mirando ese paisaje aguardo tu llegada para compartir ese momento y caminar agarrados de la mano hasta donde nos alcancé el tiempo.




Solo se que debo callar para poder seguir pronunciando tu nombre, solo se que debo guardar silencio para no alimentar las voces que ya de por si murmuran.

Y es que este deseo tan grande de poderlo gritar se esfuma cada ves que lo nuestro parece prohibido, no permitido, censurado, mal visto…


Es por eso que debo callar, y no pronunciar tu nombre con la fuerza que mi corazón late al recordarte, al tan solo verte por un momento pasar.

Sí lo grito, pero es cuando la ausencia de tu presencia me invade y al hacerlo me aseguro que no estés cerca, quiero que sea un grito que no se oiga y solo tenga como testigo la oscuridad de la noche.

Solo se que, quiero creer, por el momento debo callar para aguardar tu llegada y no perderte de vista.





Si, alce la voz y dije tu nombre al tiempo que las olas se llevaban el recuerdo que de ti guardaba fuertemente en mi corazón. Y es que he comprendido que no puedo seguir con este sentimiento si saber si quiera si acaso alguna vez fue correspondido, y si alce la voz y dije tu nombre mientras se perdia en la inmesidad del mar, y mi corazón se vaciaba dando paso a un fuerte dolor...




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